No te da un diagnóstico clínico. En su lugar, te acompaña a observar y comprender mejor esas conductas compulsivas o dañinas que hoy te pesan.
No elimina tu sufrimiento de un día para otro. Más bien, abre caminos para aceptarlo, darle un sentido y transformarlo en algo que no te limite.
No te dice qué hacer. Las decisiones no vienen desde fuera; juntos descubrimos las opciones más auténticas para tu vida.
No habla más que tú. El verdadero protagonista de las sesiones eres tú, tu voz, tu cuerpo y tu experiencia presente.
No te da clases de psicología. Si quieres teoría, la encontrarás en libros y cursos. Aquí lo importante es lo que vives, lo que sientes y lo que deseas.
No receta medicamentos psiquiátricos, porque no corresponde a mi rol. Pero si los necesitas o ya los consumes, integramos esa experiencia sin conflicto ni juicio.
No busca que dependas de la terapia para siempre. El propósito es que aprendas a vivir con plenitud y libertad también fuera del consultorio.
Existen muchos enfoques terapéuticos y no todos resuenan con todas las personas. Si este camino no es el tuyo, te invito a buscar el que mejor se ajuste a tu momento y a tus necesidades. La verdadera salud está en elegir con honestidad lo que hoy te sirve.